Durante los últimos treinta años como conductor he dejado a mi espalda más de un millón de kilómetros. Pero hay tres cosas de la carretera que cada vez que las encuentro en mi camino siguen produciéndome una inmensa desolación: cadáveres de animales, zapatos desperdigados y ramos de flores. Sobre esa desolación, sobre los dramas anónimos que señalan esas cosas, circula este libro. Alejandro Céspedes |